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6.01.2010

XXX.

Las cosas así no se suelen recordar hasta que han pasado muchos años. Transcurren varias décadas hasta que pasamos por una habitación a oscuras donde alguién murió, y entonces oímos el sonido del mar, las palabras de antaño. Como si aquellas pocas palabras hubiesen expresado el sentido de la vida. Sin embargo, más adelante habría siempre otras cosas de que hablar.

 Inspiración: El último encuentro, de Sándor Márai, pág35.

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